Cierre del gobierno en EEUU provoca crisis alimentaria y médica
La crisis por el cierre del gobierno de EE. UU. ha alcanzado un punto crítico. Este sábado, el programa federal de asistencia alimentaria está enfrentando graves retrasos, lo que podría dejar a millones de personas lidiando con un aumento en sus facturas médicas. Los problemas en el acceso a necesidades básicas resaltan cómo la falta de acuerdo en el Congreso está afectando a hogares en todo el país.
Los obstáculos están especialmente visibles a medida que cumple un mes desde que los trabajadores federales no reciben su sueldo. Este cierre, provocado por la falta de financiamiento, se convierte así en el segundo más largo de la historia estadounidense. Y a pesar de la gravedad de la situación, parece haber poca urgencia en Washington para resolverlo. Ambos partidos se mantienen firmes en sus posiciones, mientras los legisladores se encuentran fuera del Capitolio.
La Cámara de Representantes no ha llevado a cabo reuniones legislativas en más de seis semanas. En el Senado, el republicano John Thune ha cerrado la cámara después de que las conversaciones bipartidistas no lograran avances. Para colmo, muchos empleados públicos no saben cuándo volverán a recibir su salario.
La situación es cada vez más insostenible, con el presidente Trump exigiendo acción y los líderes demócratas advirtiendo que el aumento de los costos en atención médica obligará al Congreso a actuar. “Este fin de semana, los estadounidenses enfrentan una crisis de atención médica sin precedentes en los tiempos modernos”, afirmó Chuck Schumer, líder demócrata del Senado.
Según economistas, este prolongado cierre del gobierno podría tener un impacto negativo temporal en la economía. Aunque se espera que gran parte de la producción perdida se recupere una vez que se reanude el funcionamiento normal, se estima que el cierre recorta entre 0,1 y 0,2 puntos porcentuales semanales del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB). Este efecto se siente principalmente en el gasto de los consumidores y la pérdida de productividad de los trabajadores federales. Alrededor de 700.000 empleados han sido suspendidos, y una cantidad igual está trabajando sin sueldo, lo que obliga a muchas familias a aplazar sus gastos cotidianos.